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El arrecife, de Edith Wharton (traducción de Juan Jesús Zaro), Alba Editorial. Fragmento I

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  De vez en cuando, algún ruido en la habitación contigua le representaba con mayor intensidad la realidad  de la situación y la singularidad de aquella inmensa y abigarrada soledad que los acogía a los dos momentáneamente, entre largas filas de habitaciones, cada una de ellas con un secreto distinto. La proximidad de todos aquellos misterios que rodeaban los suyos deparó a Darrow una sensación aún más cercana de la presencia de la muchacha, y a través del humo del puro su imaginación la acompañó mientras se movía de aquí para allá, acarició la curva de sus brazos jóvenes y esbeltos mientras los levantaba para soltarse el cabello, imaginó cómo se bajaba el vestido hasta la cintura y luego hasta las rodillas, así como la blancura de sus pies mientras se deslizaban por el suelo hasta la cama... Entonces se levantó de la silla y se desperezó mientras bostezaba y tiraba lo que quedaba del puro. Sus ojos, al seguirlo, se posaron en el telegrama que había arrojado al suelo. De pronto cesar

Timeo, de Platón

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                  El tiempo se originó, pues, con el cielo, para que perezcan juntos al haber sido engendrados también conjuntamente, si alguna vez aconteciese tal destrucción, y siguiendo el modelo de la naturaleza eterna, para que fuese lo más semejante a él [...] Por obra y decisión del dios para que se crear el tiempo surgieron el sol, la luna y los otros cinco astros conocidos con el nombre de planetas para determinar y custodiar las medidas del tiempo [...].     Por esta razón se originaron de los astros las estrellas fijas, animales divinos y eternos que permanecen siempre girando según lo mismo en lo mismo [...]. Sobre las danzas de estos mismos y los encuentros mutuos, sobre las órbitas que regresan dando vueltas sobre sí mismas y los progresos, cuáles son los dioses que se alían y cuántos se oponen en las uniones, sobre cuándo se nos esconden cada uno entre sí antes y ahora, y apareciendo de nuevo envían temor y señales de lo que va a ocurrir después de esto a los que no pued

El Golem, de Moshe Idel

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 La magia, la astrología y la alquimia, que nunca desaparecieron del todo en la Edad Media, se renovaron entonces bajo la forma de una magia natural o filosofía del mundo, a la vez científica y religiosa, cuyos protagonistas cristianos más conocidos fueron Marsilio Ficino y Pico della Mirándola. En estos autores, claramente, Plotino y el neoplatonismo se superponen a la vestidura aristotélica [...] Como demuestra F. Yates en su libro sobre Giordano Bruno y el hermetismo, este movimiento de dominio y transformación de las fuerzas naturales, prolongado en la filosofía natural en el siglo XVII, desembocará posteriormente en la revolución científica. Ésta surgirá de la "magia natural", con una continuidad de objetivos pero marcando una ruptura en los métodos, tal como la química surgirá de la alquimia. En el punto de transición, un Kepler todavía arraigado en la alquimia mantendrá una celebra controversia con Robert Fludd, alquimista cabalístico de su tiempo, sobre e

Fantasmagorías

"Me gustaban los cementerios, los parques y las azoteas de los edificios, pero sobre todo los cementerios. De algún modo, vivía en un estado perpetuo de comunión con los muertos" "Yo procuro emular a mis fantasmas. Escribir como ellos hablaban, no hacer ruido, contar nuestra fantasmagoría" "No quiero oír nada, canción del no ver nada. En la oscuridad blanca, escucho a mi lado la risa suave, ráfaga alegre, de un bebé. Siento elevarse la sábana que me cubre, el calor del cuarto entrar y sacudirme el cuerpo, la voz excitada de un niño golpearme la cara: ¡Encontrado!" "Los ingrávidos" de Valeria Luiselli

La muerte: carnaval de sueños

"Porque sueño, yo no lo estoy" Leolo Lozone "Pero tal vez faltan los viajes más extraordinarios. Son los que no he hecho, los que nunca podré hacer. Que permanezcan sin escribir, o encerrados en su propio alfabeto secreto bajo los párpados, por las noches. Después nos quedamos dormidos, y levamos anclas" Antonio Tabucchi en "Viajes y otros viajes" "Parecía que la ciudad también estaba sumida en el sueño: un horrible sueño ochocentista de bloques de casas de ladrillo y ventanas ciegas con visillos como mortajas" Amsterdam en "Rituales" de Cees Nooteboom De todos los hombres que uno es, alguno duerme y los demás velan" "Rituales" de Cees Nooteboom "Me voy a la cama como si fuese a una fiesta" Thomas Tranströmer (en una entrevista en Babelia)

El cazador Gracchus

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Me deslizé en la mortaja como una chiquilla en su vestido de novia

Raymond Roussel

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En sus viajes le acompañaba su madre, quien solía incluir en su equipaje un ataúd por si la muerte le sorprendía en el camino

Rulfo en la picota

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Lo más difícil que tuve que salvar para escribir el Pedro Páramo, fue eliminarme a mí mismo, matar al autor, quien es, por cierto, el primer muerto del libro

Amelie, Nothomb

La muerte me fascina. Todas las experiencias de “frontera” me fascinan, y la muerte es la frontera de todas las fronteras. Al mismo tiempo me digo que no hay que precipitarse, de todos modos, tarde o temprano tendré la ocasión de enfrentarme a ella. Pero mientras espero, exploro esa frontera a través de la escritura.