Timeo, de Platón

     


     

    El tiempo se originó, pues, con el cielo, para que perezcan juntos al haber sido engendrados también conjuntamente, si alguna vez aconteciese tal destrucción, y siguiendo el modelo de la naturaleza eterna, para que fuese lo más semejante a él [...] Por obra y decisión del dios para que se crear el tiempo surgieron el sol, la luna y los otros cinco astros conocidos con el nombre de planetas para determinar y custodiar las medidas del tiempo [...].

    Por esta razón se originaron de los astros las estrellas fijas, animales divinos y eternos que permanecen siempre girando según lo mismo en lo mismo [...]. Sobre las danzas de estos mismos y los encuentros mutuos, sobre las órbitas que regresan dando vueltas sobre sí mismas y los progresos, cuáles son los dioses que se alían y cuántos se oponen en las uniones, sobre cuándo se nos esconden cada uno entre sí antes y ahora, y apareciendo de nuevo envían temor y señales de lo que va a ocurrir después de esto a los que no pueden calcularlo, sería un trabajo inútil hablar sobre las representaciones de todo esto sin verlo. Para nosotros constituye suficiente. Sea, pues, este el final para lo dicho sobre la naturaleza de los dioses visibles y engendrados.

Ión, Timeo, Critias. Introducción, traducción y notas de José María Pérez Martel, Madrid, Alianza Editorial, 2ª ed. 2016

 

                                           Fuente: José Antonio Moreno Leyva_cielo nocturno sobre Sevilla


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